lunes, 11 de octubre de 2021

Poetas aragoneses


En el siglo XI los documentos aragoneses se escriben con rasgos románicos en latín, pero no es hasta la segunda mitad del siglo XIII cuando se documenta una generalización del uso del aragonés, aunque más tarde en Castilla y Occitania. En el siglo XIV, Johan Ferrandez dHeredia (Gran Maestre de los Caballeros de San Juan) tradujo en Aviñón obras en aragonés al castellano. En esta época se mezclan muchas obras en castellano, como Razón, Feita, Damor, Lo libre del tre rey, Dorient, Bida de Santa María y Egipciaca. 

Uno de los primeros poetas que escribió en italiano fue Cino da Pistoia, cuyo amor Dante Alighieri celebró elocuentemente en su tratado Vulgari sobre el arte de la poesía.

Mucha gente conoce los nombres de los primeros poetas de la literatura italiana activos en el siglo XIII. Sin embargo, no leyeron sus poemas porque no se imprimieron ni circularon como manuscritos.

Según los críticos y los poetas, no fue sólo el discreto prestigio literario del que gozó en el entorno aragonés, sino también la estimada amistad que uno de los grandes autores del círculo de Lastanosa mantuvo con el jesuita Bilbilis, Baltasar Gracián (1601-1658). La obra de Melt fue su aportación más importante y original a la poesía española del siglo XVII, en su papel de editor y preocupación creativa, un volumen de poemas sin precedentes en su época, titulado Aganippe (Cisne aragonés con timbre de gloria) de Juan Francisco Andrés de Uztarroz (véase l. 1781). El libro no mereció el honor de la imprenta, pero a finales del siglo XVIII el jurista y naturalista ilustrado Asso Ignacio, consciente de las valiosas informaciones y tesoros de los poetas aragoneses del siglo de oro, decidió estamparlo en Amsterdam. 

De Rosa señala que esta única obra es una de las primeras escritas en lengua aragonesa y napolitana, y representa una parte notable del panorama literario de la lengua hablada en el siglo XIV no sólo en Aragón sino también en la península de Nápoles, donde surgió la corriente general. En 1979 se encontraron y publicaron los manuscritos de las obras de Juan Francisco Andrés de Uztarroz, perdidas durante siglos.

Uno de los poemas de Ana Francisca de Abarca de Bolea utiliza el aragonés, uno de los raros ejemplos de literatura en esta lengua y un rasgo lingüístico del siglo XVII.

Gracias a la presencia de la poetisa Vittoria Colonna, el castillo aragonés en Nápoles fue lugar de encuentro y residencia de muchas figuras importantes de la época, como Miguel Ángel, Buonarroti, Ludovico Ariosto, Annibale Caro, Jacopo Sannazaro, Giovanni Pontano, Bernardo Tasso y muchos otros. El castillo era en realidad una fortaleza excavada en la roca y enfrentada a las olas del mar, construida a mediados del siglo XIV por Alfonso V de Aragón, y en la que se construyeron túneles de acceso para poder llegar desde el mar. Si leemos los documentos de los restos de la corte aragonesa de 1448, podemos ver que la gente de la época empezó a tomar nota de todo esto, como si hubiera ocurrido algo nuevo en la vida del conquistador de Nápoles, Alfonso Aragón.