Este artículo sostiene que, a partir de su tradición constitucional, la Corona de Aragón tiene una perspectiva política única que inspira un tipo particular de pensamiento nacional. A finales del siglo XIII, la Asamblea Real Aragonesa fue reconocida como una importante institución política. Los parlamentos de Aragón y Cataluña solían estar presididos por el rey, y la tradición parlamentaria se extendió a Valencia después de 1238.
Capturada de su emir musulmán, Valencia se federó con Aragón y Cataluña en 1238. A través de un modelo federal, Aragón compitió con Venecia y Génova por el control del comercio mediterráneo.
Sicilia y Nápoles pasaron a formar parte de la Corona y Aragón se implicó en la política italiana, en la que España siguió interesada hasta el siglo XVIII. El auge de la Reconquista a finales del siglo XV supuso la desaparición del espacio musulmán en España y la reconciliación de las familias reales españolas más importantes (Castilla y Aragón) en los territorios políticos bajo un mismo monarca católico, Isabel y Fernando. La Corona de Aragón se formó por la unión del Reino de Aragón y el Ducado de Cataluña en el siglo XII, y los Reinos de Valencia y Mallorca se unieron a Cataluña en el siglo XIII tras conquistar sus tierras islámicas del sur Principado. El Consejo Aragonés gobernaba la Corona de Aragón, que incluía el Reino de Aragón, el Ducado de Cataluña (incluyendo el Rosellón hasta 1659), el Reino de Valencia, el Reino de Mallorca y el Reino de Cerdeña.
En 1137, la unión dinástica entre Petronila, reina de Aragón, y Ramón Berenger IV, conde de Barcelona, dio lugar a un hijo, Alfonso II de Aragón, que heredó sus respectivos territorios, creando la Corona de Aragón, que incluye todas las tierras y pueblos, títulos y naciones que no formaban parte anteriormente del Reino de Aragón. En 1479, Fernando II, rey de Aragón, se casó con Isabel I de Castilla, reino que ocupaba la mayor parte de la actual España.
Tras acusar a su primo, el rey de Mallorca, de traición, Pedro IV anexionó finalmente Mallorca a la corona en 1343. Fernando II pasó un tiempo en la corte real castellana en Valladolid, no en Aragón. Como lugarteniente de su padre, el hijo mayor Alfonso III (1285-1291) solía ser nombrado procurador de la Corona de Aragón. Bajo Fernando II, el Consejo de Aragón siguió siendo bastante reducido, ya que el rey prefería gobernar en solitario.
Una etapa clave en la relación entre la familia real y la nobleza se produjo durante el reinado de Pedro III (el Grande; 1276-85), heredero de Aragón, Cataluña y Valencia (el reino de Mallorca cayó en manos de su hermano Jaime). Pedro III, rey de Aragón de 1276 a 1285, fue elegido para el trono de Sicilia cuando expulsó a la Casa de Angiò francesa del reino insular en una rebelión de 1282. Esta política fue reforzada por Jaime I de Aragón y sus sucesores, la unificación de los territorios reales aragoneses y su expansión ultramarina en el Mediterráneo. Ramón Berengue IV heredó el título de rey de Aragón, pero siguió gobernando como conde de Cataluña.